miércoles, 16 de enero de 2008

La fuerza de la unión


En estos días se están dando a conocer las pruebas de vida, las cartas y las fotos que las rehenes liberadas Consuelo González y Clara Rojas pudieron traer de su suplicio selvático, provenientes de los privados de la libertad que quedaron y dirigidas a sus familiares y a la comunidad toda. Testimonios que nos llaman al compromiso y a la acción, al apoyo y al interés, de que este tipo de problemas que sufre un hermano país latinoamericano, se resuelvan pronta y adecuadamente.

Si bien es cierto que en el derecho internacional uno de sus postulados es la no intromisión en los asuntos internos de otro país, el pueblo colombiano, no así el gobierno de ese país, aceptaron en esta oportunidad la mediación del presidente venezolano Hugo Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba, como también anteriormente en el frustrado intento que contó con la presencia del ex presidente argentino Néstor Kirchner y otros delegados presidenciales.

Pese a la oposición que el canje humanitario tuvo del propio gobierno colombiano, prevaleció la solidaridad y la unión de los pueblos latinoamericanos quienes continuaron intentando arribar a resultados positivos y a través de sus delegados, lograron este resultado, la liberación de dos rehenes que desde hace tiempo las FARC mantenían en la selva.

Si bien es cierto, es una pequeña gota de agua en el mar, pues quedan todavía muchos privados de la libertad que deben ser devueltos a sus familias y a sus comunidades. Pero esta acción no debe ser contemplada desde un punto de vista solamente cuantitativo. No radica allí su mayor importancia.

La gran trascendencia del hecho es que los pueblos latinoamericanos, que tenemos fuentes comunes (indígena, crisol y explotación), hemos demostrado que podemos trabajar en objetivos comunes para bienestar de nuestras comunidades. Y no solo eso, que podemos hacerlo y obtener buenos resultados, incluso, ante la negativa influencia que ejercen las fuerzas imperialistas del gobierno de Bush y de su lacayo, el Menem colombiano, Álvaro Uribe.

Ya el anterior intento de liberación de rehenes se vio frustrado por la negativa de Bush y Uribe de brindar garantías adecuadas a las FARC para realizar la entrega de los secuestrados. Negativa fundada en las perniciosas consecuencias que tendrían para el poder neocolonial que los populistas Chávez y Kirchner lograran un triunfo para una causa que, fruto de la negativa del gobierno colombiano de negociar con los insurgentes, no había obtenido resultados en años.

También es importante destacar, que la cooperación latinoamericana, libre de influencias externas (más allá del interés puntual que Francia tiene en la liberación de la colombiana-francesa Ingrid Betancourt) logró cumplir con los objetivos políticos planteados.

Creo que lentamente nos estamos dando cuenta que solo nosotros, los latinoamericanos, quienes tenemos problemas comunes y ausencia de colaboración y ayuda desinteresada de los países desarrollados, somos artífices de la construcción de nuestro presente y futuro, en base al pasado común, indígena, crisol de razas y explotación sufrida, de una sociedad que responda verdaderamente a los intereses del pueblo, intereses que deben manifestarse por medio de las políticas públicas de sus gobiernos, dejando de lado las políticas públicas para las transnacionales y grupos concentrados.

Una sociedad libre, con justicia social, con soberanía popular e integrada con dignidad al mundo, solo es posible construirla mediante lazos de hermandad e igualdad, no de imposición o desigualdad.

Esa es la moraleja de esta feliz y anhelada liberación.

Diego M. Flores Burgos