Como todo
país subdesarrollado (uso el paradigma de CEPAL), Argentina requirió desde su
origen estar alineada con alguna potencia extranjera, lo que condicionó su
política interior, exterior y la forma de pensar y actuar de sus fuerzas
armadas.
Breve síntesis de la posición ideológica de
las Fuerzas Armadas Argentinas
Al inicio de
los tiempos independentistas, los principales conductores de los ejércitos de
las Provincias Unidas de América del Sur
–Estado que conformaba Argentina, Bolivia y Uruguay, desmembrado por las
políticas del gobierno centralizado de Buenos Aires (no confundir con el
Virreinato del Río de la Plata)-, José de San Martín, Manuel Belgrano, José
Gervasio Artigas y Martín Miguel de Güemes, respondían a un capitalismo
proteccionista, anti librecambista y con un importante componente de promoción
social de los sectores históricamente postergados (esclavos, indios y criollos)
a través del uso de la tierra. Planteaban, al estilo de su contemporáneo Thomas
Jefferson, un capitalismo de una sola clase, esto es, que todo habitante
pudiera adquirir propiedad de la tierra para trabajarla, si lo deseaba[1].
Provincias Unidas de América del Sud, proyección |
Al fracasar
la posibilidad de una Constitución Federal, devino la pérdida de la Banda
Oriental (Uruguay) y el Alto Perú (Bolivia) y la guerra civil unitaria-federal entre
las provincias restantes, propiciada también por los intereses del Imperio del
Brasil. Cada facción buscó su alianza o representación internacional. Así, mientras
Juan Manuel de Rosas enfrentó el bloqueo fluvial anglo-francés y presentó
batalla en la expedición comercial-militar de estas potencias por el río Paraná
(Batalla de Vuelta de Obligado), sus opositores buscaron la colaboración con el
Imperio del Brasil para su derrocamiento. Sin embargo, esa alianza
circunstancial no oculta que los verdaderos intereses que se defendían eran los
de la Corona Británica.
Unificado el
país legalmente en un estado federal y en la práctica en un gobierno unitario
por parte de Bartolomé Mitre y su círculo, la ya denominada República Argentina
siguió la influencia inglesa en la orientación de su política interna y
externa. Interna, por ejemplo, siguiendo el modelo agroexportador con una
configuración ferroviaria sólo útil a la extracción de materias primas, no para
integrar las diferentes economías regionales que se fueron empobreciendo. En política
exterior el ejemplo más claro es la Guerra de la Triple alianza, movilizada por
los intereses británicos que no deseaban un modelo de capitalismo de Estado proteccionista
de desarrollo e industrialización –el Paraguay- en América Latina.
Si bien la
orientación británica de la política nacional duró hasta la segunda guerra
mundial, en el ámbito militar el modelo era el Prusiano, con el éxito del nuevo
país que había surgido luego de las guerras de unificación alemanas, además de
ser el modelo que las fuerzas armadas chilenas ya seguían. Con equipamiento,
sistemas de instrucción e incluso oficiales en la recién creada Academia
Nacional de Guerra (1900), Alemania era el modelo a seguir por las fuerzas
armadas argentinas, pese a alguna ínfima oposición.
En lo
político y económico continuó la primacía de Gran Bretaña, pese al denodado
avance político y económico de los Estados Unidos, especialmente durante y después
de la Primer Guerra Mundial, como receptor y abastecedor de materias primas,
productos manufacturados y garante de derechos de exportación.
Militarmente,
hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial el modelo continuó siendo el del Eje,
aunque la provisión de armamento fue principalmente británica, estadounidense,
francesa y del resto de Europa en forma marginal, en ese orden, como hasta
nuestros días.
Anti: comunismo – peronismo – Unión
Soviética – Rusia/China
Al ser el
nuestro un país capitalista con nivel socioeconómico medio en ascenso –amplia
clase media sin conciencia de clase-, estaba muy instalado el anticomunismo –anti
socialismo soviético- en la cultura general, propiciado por la Iglesia
Católica, las FFAA, gran parte del sindicalismo y los sectores concentrados de
la economía del sector primario.
Además:
·
La derrota del fascismo
·
La debilidad de Gran Bretaña
·
El poder atómico inigualable demostrado por EEUU
hasta ese momento
·
El sentimiento de culpa de parte de la oficialidad
de las FFAA argentinas por haber respaldado al Eje y ejercido a su vez por el
gobierno norteamericano acusando al gobierno argentino de colaboracionismo,
permitieron
proyectar a la Unión Soviética como una “amenaza” real de alternativa al
sistema capitalista mundial. A esto se sumó la ofensiva local y externa contra
los gobiernos populistas y la contención que brindó el gobierno estadounidense
a los sectores antiperonistas (caso del embajador Braden).
Gloster Meteor con las inscripciones Cristo Vence, usado en el bombardeo de Buenos Aires en 1955 |
De Perón a la actualidad: Influencia externa
en la formación ideológica de las FFAA
Proscripto el
peronismo en Argentina y neutralizada la sublevación militar peronista de 1956
(Levantamiento de Valle), se acentúa la persecución a todo lo que pareciera
comunista, socialista o peronista. Se nutre este sentimiento con la Doctrina de
la Guerra Contrarrevolucionaria Francesa[2],
aportada por contenidos y asesores franceses desde 1957 a 1982 en la Escuela
Superior de Guerra, donde se aplicó la experiencia militar gala en Indochina y
especialmente en Argelia con la noción de “enemigo interno”. El modelo local de
la doctrina francesa sería aplicado especialmente en la última dictadura
militar (1976-1983).
Posteriormente
arribó la doctrina de la Escuela de las Américas que fue la que prevaleció en
la formación militar argentina. Esta institución –hoy Instituto del Hemisferio
Occidental para la Cooperación en Seguridad- hasta 2006 formó a militares
argentinos en contrainsurgencia y anticomunismo. Algunos de los más conocidos
fueron altos mandos y presidentes de facto como Emilio Massera, Jorge Rafael
Videla, Roberto Eduardo Viola y Leopoldo Galtieri. Conocida es la participación
de sus ex alumnos en golpes de estado y violaciones a los derechos humanos en
toda América Latina.
Consecuencias
Esta cosmovisión
educada y reproducida por generaciones en el seno de nuestras fuerzas armadas,
totalmente ajena a los intereses nacionales argentinos y absolutamente apegada
a la visión del “estilo de vida occidental y cristiano”, impidió a los
militares argentinos acceder a los conocimientos que pudieran haber logrado un
desarrollo conceptual autónomo, algo que se intentó con el cambio de Doctrina
de Planeamiento Militar durante la conducción del Ministerio de Defensa por
parte de Nilda Garré, frustrado debido a la poca importancia que tuvo durante
el gobierno kirchnerista[3]
y ni hablar durante el macrismo.
Por supuesto,
el gobierno del Presidente Mauricio Macri fue un nuevo intento de acercamiento
a las posturas tradicionalmente placenteras de las FFAA argentinas, llegando incluso
a proponerse a Argentina como aliado extra OTAN, en palabras del candidato a
Vicepresidente de Mauricio Macri, palabras no desestimadas por el Gobierno
Nacional[4]
y cediendo derechos de explotación de hidrocarburos en la plataforma
continental a empresas británicas. Pero allí no hay sólo una pérdida de
identidad geopolítica, sino principalmente negocios.
El gobierno
Macrista también se solidariza con EEUU persiguiendo a sus enemigos en América
Latina –Cuba y Venezuela-, a quien este insta a aplicar el TIAR (Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca) para una intervención militar multinacional
a fin de derrocar al gobierno democráticamente electo de Maduro, con las causas
y consecuencias ya vistas en Barbados, Yugoslavia y Libia, entre otros.
Otros
ejemplos de la falta de visión de los intereses nacionales de las FFAA son la
esperanza de la Oficialidad que conducía la Guerra de Malvinas en 1982 que esperaba
que EEUU interviniese a favor de la Argentina. O actualmente, que el candidato
a Presidente Juan José Gómez Centurión –Mayor retirado del Ejército Argentino- haya
criticado al kirchnerismo por la instalación del Satellite Launch and Tracking
Control General (CLTC) –que para él es una base militar china- son muestras del
extravío geopolítico de las FFAA argentinas. El problema no es tener una base
militar extranjera en nuestro territorio, sino de qué país será esa base: de uno que garantice una cooperación
enriquecedora y sea un instrumento de disuasión militar, o que sea un
instrumento de condicionamiento para el Pueblo y Gobierno, como sucedió con la
base estadounidense de Soto Cano en el golpe de Estado a Manuel Zelaya en 2009
(como ejemplo reciente) o más atrás con el curioso caso argentino de la antena
del Proyecto Omega, ubicada en Trelew, provincia de Chubut, que sirvió de guía
a los aviones argentinos, pero también británicos, en la Guerra de Malvinas.
Como base estadística
cuantitativa, basta entender los resultados electorales de las elecciones
primarias presidenciales donde votaron militares de las bases de la Antártida
Argentina, logrando Macri el 77% de los votos y el Frente kirchnerista Todos
apenas el 3,77%[5].
Desafíos
Para revertir
esta decadencia ideológica de décadas, se requiere la construcción de un nuevo
ejército, al estilo de la creación del Ejército Rojo por parte de León Trotski,
basado en una sólida formación geopolítica de la oficialidad, con refuerzo en
aspectos históricos, políticos y económicos, a fin de lograr en algunos años
una oficialidad coherente y unificada en base a los intereses nacionales.
Además,
Argentina debe dejar de adquirir todo material militar que provenga de países
de la OTAN. Es inaceptable que se compren pertrechos al enemigo que mantiene
una base –Mount Pleasant- en las Islas Malvinas ocupadas.
La
oficialidad de las FFAA y la dirigencia política deben entender que hoy quienes
más fielmente se acercan a los intereses nacionales –un mundo multipolar- son
China y Rusia. Hacia allí debe orientarse la cooperación militar, la
instrucción y la adquisición de armamento.
Un eventual
nuevo gobierno peronista kirchnerista tiene la gran oportunidad de entender que
así como es adentro es afuera, que sin proyección militar acorde a las bases
ideológicas se corre el riesgo de seguir a la deriva militarmente y no poder
consolidar un proyecto de nación que desarrolle todo el potencial argentino.
Alberto Fermández en la celebración por el Día Nacional de Rusia, Embajada de Rusia en Argentina, 2019 - Clarín |
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[1]
C. B. Macpherson, La democracia liberal y su época, págs. 28 y 29, Alianza
Editorial, Madrid, 1987.