miércoles, 21 de noviembre de 2007

50/50 en minería


Anoche ví un programa local de TV en canal 11, partidario de la gran minería y del que lamentablemente no recuerdo el nombre. En él entrevistaban a personalidades involucradas en el tema minero. Entre ellos se encontraba el vocal del Instituto Provincial de Exploraciones y Explotaciones Mineras (IPEEM), el Ingeniero Ricardo Basualdo.

El Ingeniero Basualdo, comentando sobre el mal procedimiento que se realiza para la liquidación de las exiguas regalías que nuestra provincia percibe por entregar su oro, concluyó en la entrevista haciendo una expresión válida y lógica de deseo. Precisó que lo justo para nuestro pueblo y a lo que debería tender la legislación es a una participación igualitaria de las ganancias entre la empresa explotadora del recurso no renovable, el oro, y los propietarios de dicho recurso, el pueblo, la provincia.

Sostuvo el Sr. Basualdo, que la participación debería ser del 50 % para la empresa Barrick y 50 % para la provincia. Por supuesto, me imagino la cara, pues no la filmaron, de los otros entrevistados, pero supongo que debe haber sido la misma que de algunos políticos y empresarios que vieron el programa: La expresión “menos mal que nadie te va a hacer caso”.

Pero, pese a que mi sentimiento inicial fue el reverso de esa anterior frase, “lástima que nadie te va a hacer caso”, luego me alegré porque por fin escuché una voz que desde una institución de gobierno reclamaba por los intereses provinciales, ya bastante vapuleados ante el saqueo del que somos víctimas. Víctimas merecidas por nuestro silencio. Víctimas que se conforman con el 3% del valor del oro a boca de mina, menos los costos, y encima, mal liquidados, perdiendo, obviamente, la provincia, o sea, nosotros.

Esta no es solo una cuestión monetaria y ambientalista. Es también una asunto originario. Esta tierra no es nuestra. Somos meros administradores de ella. Lo fueron antes los huarpes, diaguitas, capayanes y yacampis que la habitaron, quienes en su simpleza, en la sencillez de su civilización, lograron comprender esto, que estamos solo de paso y somos los que debemos cuidar y perfeccionar la naturaleza que Dios, el Altísimo, el Señor, el gran arquitecto, el big bang o como sea, nos dio.

Algunos pueblos se han dado cuenta 500 años después de eso. Otros pueblos, entre los que nos encontramos, no se dan cuenta masivamente.

No esperemos hasta mañana para sufrir las consecuencias que los pueblos más avanzados hoy padecen por su soberbia frente a la naturaleza. Y ante la inevitabilidad (legal) de las riesgosas explotaciones auríferas, no nos demos por vencidos quienes no compartimos esta forma de beneficiar transnacionales. Luchemos por un justo reparto de nuestra riqueza no renovable que compense, entre otras cosas, esos cerros que ya nunca veremos, esos arroyos que desaparecerán y el oro que nunca tendremos.

Luchemos por, al menos, un 50/50. Es justicia.

Diego M. Flores Burgos

martes, 13 de noviembre de 2007

¡Que te calles tú!



Pues no nos debería sorprender que en esta época imperial, países que una vez fueron imperialistas en términos territoriales, y que hoy participan de este nuevo imperio global, busquen imponerse incluso en el uso verbal explícito. Es decir, con la mayor caradurez posible.

Y justamente, en el ámbito de esta Cumbre Iberoamericana, la dominación financiera global trató de imponerse nuevamente. Lo hace sin dudas, pero con un poco de inestabilidad en todo el mundo. Pero en ámbitos regionales como éste también trata de marcar el paso, hacer sentir su presencia.

El imperialismo mundial está perdiendo terreno en América Latina. Será que nuestros pueblos, que mantienen lazos de sangre y de sufrimiento, están empezando a despertar y a reclamar los derechos que les pertenecen.

Los cambios se están dando. Venezuela, de manera más íntegra. También en Nicaragua, Ecuador, Bolivia y muy tibiamente pero creciendo subrepticiamente, en Argentina.

El proceso de integración Latinoamericana, al que debemos tender por causas históricas, políticas, geográficas y etnográficas debe ser el tesoro más importante que nuestras almas guarden. Debe ser como las “joyas de la corona” de nuestros pueblos. La llave que nos permitirá encontrar, refundar o reafirmar nuestra identidad latinoamericana, según el caso de cada pueblo.

Somos nosotros, los hijos de esta tierra, los que conocemos sus problemas, sus estructuras, sus peculiaridades, su gente, sus potencialidades. Somos nosotros los que debemos disponer de nuestro destino. Muy mal nos va, ya desde hace 515 años, con este tipo de relación imperio-colonia, conquistador-sometidos, como para que sigamos igual.

Yo defiendo mis intereses, que son los intereses de mi pueblo, frente a los tuyos, que no son los de tu pueblo, sino de las empresas transnacionales que usan a tu pueblo. Por eso, cuando se trata de mis asuntos, que te calles tú!

Diego M. Flores Burgos

lunes, 12 de noviembre de 2007

EL PEOR ANALFABETO ES EL ANALFABETO POLÍTICO

POR BERTOLD BRETCH

"El peor analfabeto es el analfabeto político. El no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El no sabe que el costo de vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".