Pensaba como
titular esta nota… y cuando empecé a darme cuenta las similitudes entre dos
proyectos políticos, aparentemente diferentes, pero no tanto esencialmente,
decidí el nombre que tiene.
El gobierno de
la Municipalidad de la ciudad de San Juan, dirigido por Marcelo Lima, está
realizando una gestión que poco tiene que ver con las políticas de inclusión
social, trabajo, producción y protección social clásicas del peronismo, dentro
del proyecto nacional y popular.
El hecho de
jactarse de erradicar a los cuidacoches en una publicidad oficial, me indignó
de sobremanera. Es una más de un conjunto de medidas poco populares que tomó la
administración, como eliminar a los vendedores de choripanes y panchos, a los
vendedores ambulantes, a los artesanos de la plaza 25 de Mayo, de sacar radiar
las motos estacionadas en la vereda en el centro. También ahora, la actitud de
ponerse en actitud de padre de la ciudadanía, prohibiendo la venta de cigarrillos
sueltos…
Procedamos a un
análisis de estas políticas públicas.
La primer medida
destinada a la exclusión social de la Intendencia, fue la erradicación de la
venta de comida ambulante en sectores concurridos del ejido capitalino, como lo
sucedido con los trabajadores de los carros ubicados en la Ruta 40 y
circunvalación norte, Concepción. Después de años de trabajar, de generar un
polo de consumo en esa zona de la capital, elegida por muchos sanjuaninos,
estos trabajadores fueron expulsados de la vista de la mayoría de los
transeúntes de la zona. Y esto es claro, porque el nuevo destino de estas
personas fue 300 metros al norte, por ruta 40 pasando calle Corrientes ¡todavía
en jurisdicción de Capital!
Últimamente hubo
una nueva embestida contra los trabajadores ambulantes de comida. La nueva
persecución hacia los vendedores ambulantes de comida en las inmediaciones del
parque ¿Las razones? Ninguna fundamentada. Para estar allí los vendedores de
choris, panchos y otros debían tener el correspondiente permiso de salubridad.
Lo tenían ¿La razón entonces? La “imagen de la ciudad”, ensuciada por el humo y
fundamentalmente por esa gente haciendo negocios en el espacio público.
Ahora se los
envía a vender a lugares poco transitados, oscuros y alejados del movimiento
peatonal. Más sincero sería haberles negado directamente la venta. Sus quejas
no son oídas, la decisión está tomada. Estas personas que trabajan al día ¿qué
van a hacer?
La siguiente
medida tendiente a eliminar cualquier imagen que haga referencia a la pobreza
en la Capital fue la de la eliminación de los vendedores ambulantes del centro.
Personas como cualquiera, cuya única fuente de sustento es la venta al día. Para
la administración municipal, estas personas mostraban una pésima imagen para el
foráneo que visita nuestras tierras. Por eso no tuvieron lugar en la actual gestión
de gobierno.
Siguieron en la
lista de caza de brujas los vendedores de artesanías de la plaza 25 de Mayo.
Estas personas que realizaban tareas manuales artesanales para la venta y
subsistencia diaria, también daban “mala imagen”. Parece que en Londres o París
no hay artesanos, no hay personas que hacen arte de lo simple, al alcance de
todos, encontrando la belleza en la habilidad personal y en la creatividad.
Pero la
persecución a la “mala imagen de la ciudad” no se detuvo ahí. La triste
historia sigue con el final de los cuidachoches, hazaña de la actual gestión
municipal de gobierno que ahora, mediante la publicidad en los principales
matutinos de la provincia, se jacta haber erradicado a los lava y cuida coches,
con el slogan de que por años los vecinos pidieron soluciones, y ahora el
gobierno municipal las realiza.
Es cierto que en
algunos lugares habían cuida y lavacoches que cometían abusos. Pero un gobierno
peronista, cuya base es la inclusión social, no debía anteponer el lucro, el
negocio, ante la solución de un grave problema social que se manifiesta en la
labor de estas personas. Puesto que si alguien debe pasar el invierno y el
verano, el frío y el calor extremos en la intemperie, arruinando sus manos y
huesos, no debe ser por placer, sino por necesidad. Y donde hay una necesidad,
existe un derecho. Es este recurso cotidiano lo que le brinda el sustento para
él y su familia. Así que a la pregunta ¿y que va a pasar con los cuidacoches?
La respuesta oficial es un gran silencio…
Antes de
preocuparse por la situación socio-laboral de estos trabajadores, se propuso
dar cabida al lucro con políticas tendientes a mejorar la imagen del gobierno
municipal. La alternativa hubiese sido incorporar a los lavacoches a la nueva
empresa de estacionamiento ordenado. Pero no.
Y a quien no le
guste, mala suerte, será increpado por un inspector contratado y reprimido por
la fuerza pública. Como suele verse en la Ciudad de Buenos Aires en las protestas
sociales.
Otra medida
antipopular es la radicación de las motos estacionadas en las veredas en el
centro de la ciudad. Claro que es más bonito ver las veredas libres. Pero… y
los trabajadores que utilizan este económico medio de transporte diariamente…
¿podrán pagar los $3 diarios de una guardería ($3 mañana y tarde)?
La última
medida, digna de un pater familias, es la de prohibir la venta de cigarrillos
sueltos en todo el municipio. Se argumenta, que los niños y los jóvenes,
escasos de recursos, no podrán comprarlos… Dos reflexiones: Ahora hay que
comprar el paquete completo, beneficiando a las tabacaleras!! y si sos pobre,
no comprarás.
Como vemos, los
principales perjudicados de estas políticas públicas son la clase trabajadora y
los más pobres. Yendo hacia el darwinismo social.
Lo que la
administración tiene para ofrecernos, son las típicas medidas novedosas,
creativas y caras que tienen como objetivo llamar la atención y distraer al
ciudadano de los problemas estructurales de su comunidad.
Así vienen el
techado de la peatonal, el nuevo sistema automático de recolección de residuos
(solo para una parte de la comunidad) y otras sorpresas que seguirán
apareciendo, cual espejos de colores para cambiar por oro.
De manera que,
como podemos ver, no hay muchas diferencias con el gobierno que Mauricio Macri
está llevando a cabo en la Ciudad de Buenos Aires, donde estas medidas tienen
lógica (ideológica).
Diego M. Flores
Burgos