sábado, 9 de marzo de 2013

Hugo Chávez. Geopolítica de la integración



Nota publicada en Sintoma Social Revista Digital: www.sintomasocial.com.ar
Notas y Entrevistas
Viernes, 08 de Marzo de 2013 12:12

Por Diego Flores Burgos

Kirchner and ChavezLa muerte de Hugo Chávez deja el vacío de poder propio de un líder carismático. El antes y después de su gobierno trasciende los límites del país caribeño, destacándose una fuerte definición ideológica antimperialista traducida en políticas públicas que tendieron al desarrollo geopolítico de América Latina.








Como todo militar de altas esferas, el conocimiento geopolítico fue fundamental en su formación. Al igual que Perón, pero superándolo en envergadura, la geopolítica chavista incorporaba en principio el subcontinente sudamericano (UNASUR) y el Caribe y posteriormente la América Latina toda desde el sur del río Bravo.

El proyecto chavista, integrador y latinoamericano que para inopias voces manifestaba la megalomanía del dictador, representa fácticamente la necesidad de supervivencia del Estado venezolano (y no solo de éste), aunando las fuerzas políticas, económicas y sociales en un bloque regional, la CELALC, de casi 600 millones de habitantes, más de 20 millones de kilómetros cuadrados, conformando con 7,06 billones de dólares el tercer PBI del planeta, la tercera potencia económica mundial, siendo el mayor productor de alimentos del mundo y el tercero en la producción de energía eléctrica, además del primero en biodiversidad y recursos naturales. Todo ello como consecuencia del carácter de un demócrata cabal que ganó 14 elecciones, perdiendo una.

La geopolítica venezolana entendida desde Rudolf Kjelen, al igual que la argentina, la brasileña y ni hablar desde el Paraguay o Bolivia o Nicaragua, entiende al Estado como “una entidad del mismo tipo fundamental que el hombre individualmente considerado”, individuo débil demográfica y económicamente, pero que mediante la unión, la integración, es capaz de formar un bloque de poder que le permita la liberación política y económica y la preservación de esos logros: si vis pacem, para bellum. Es la concepción del mundo multipolar, como alternativa al unipolarismo.

Siguiendo a Kjelen, para el desarrollo de los elementos geopolíticos del Estado (Latinoamericano), la gestión de Chávez asumió naturalmente desde 2003 en adelante el liderazgo de un importante y variable equipo orientado ideológicamente, conformado por Néstor Kirchner, Raúl y Fidel Castro, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Orgega, Manuel “Mel” Zelaya, Fernando Lugo y Cristina Fernández. Con ese equipo, elementos tales como el territorio, el pueblo, la economía, la sociedad y el gobierno, que generalmente asumen una orientación expansionista por parte de las potencias imperialistas, asumieron una dirección inversa, consolidando un proyecto defensivo pero fundado en los principios ideológicos de un socialismo aggiornado, el Socialismo del Siglo XXI, en un principio con la colaboración del sociólogo y analista político Heins Dieterich Steffan.

Por supuesto que no todos los países siguen de la misma manera la teoría de Steffan, pero la orientación socialista existe ya no solo desde las cúpulas dirigenciales, también creciendo en las bases mismas de los pueblos. El proyecto geopolítico latinoamericano ha debido y sigue luchando contra los factores externos y fundamentalmente los internos, vinculados a las siempre presentes oligarquías terratenientes, comerciantes, industriales, financieras y multimediales deseosas de mantener un status quo favorable a sus intereses y de las corporaciones expoliadoras internacionales, representadas por los estados en los que se asientan sus casas matrices, en base a la manipulación y la falta de formación crítica y política.

En cuanto al territorio, la integración física se puso en debate y acción como no se hacía desde el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826 propiciado por Simón Bolívar. Para ello se proyectaron obras de infrestructura, gasoductos como el Binacional entre Venezuela y Colombia, oleoductos como el Poliducto Binacional, comunicación marítima, fluvial y terrestre como la Carretera Interoceánica entre Perú y Brasil y obras especiales como la interconexión mediante un cable submarino de fibra óptica entre Venezuela y Cuba. Todo ello teniendo en cuenta las gigantescas ventajas y características territoriales enunciadas más arriba.

Respecto al factor pueblo, la demopolítica considerada no solo como factor intrínseco del estado, sino como su rector. El pueblo no como base de un ejército de reserva, sino como el actor mismo de la historia y el principal beneficiario de la riqueza de la patria. De allí las grandes transformaciones sociales producto de políticas de promoción social a lo largo de casi toda América Latina, permitiendo un índice de desarrollo humano del 0,711 y creciendo. El pueblo representa la base de la organización de un nuevo modelo político y social, basado en los principios de igualdad de oportunidades, justicia social y reivindicación de derechos para mayorías y minorías otrora excluidas.

Respecto de la economía, la orientación de las políticas económicas al desarrollo intrínseco de los países, como distinción de las políticas decimonónicas de apertura a los mercados desarrollados de Europa y Estados Unidos y la escasa integración económica latinoamericana. Actualmente, los principales países del bloque de la CELALC comercian con países del bloque, generando un desarrollo que puede resistir los embates de las recurrentes crisis del capitalismo. Este desarrollo intrínseco tiene sus resultados, como por ejemplo el aprovechamiento de los recursos petroleros por parte del Estado en Venezuela, o la ubicación de Argentina como primer exportador de Software de la región. Se recupera el principio de la independencia económica, adecuado al mundo global. Se orienta la economía al capital productivo al propiciar el modelo capital-estado-trabajo, frente al modelo anteriormente imperante de capital-mercado-especulación.

Acerca de la sociedad, el modelo de desarrollo económico, fuente del desarrollo y promoción social latinoamericano permite el surgimiento de una nueva conciencia social, basada en el respeto de lo nuestro, la aceptación de los valores tradicionales de nuestra tierra (pero afianzando el necesario laicismo), incluso recuperando los valores de las culturas originarias. La cultura se interrelaciona, surgen proyectos como la Universidad del Sur, del recientemente fallecido Oscar Niemeyer, además de las vinculaciones académicas y laborales, donde se destacan las misiones sanitarias en Venezuela brindadas por médicos cubanos.

Respecto del último factor, el gobierno, la vinculación estrecha ahora entre nuestros países y no ya antes bajo la idea decimonónica del progreso al estilo Sarmiento y Mitre (como exponentes argentinos) del desarrollo mediante la vincularnos a las potencias capitalistas desarrolladas a través de la división internacional del trabajo, lo que por supuesto, no trajo el resultado previsto por los próceres. Los gobiernos se consultan frecuentemente y se protegen, como en el caso del intento de secesión en Bolivia en 2008, la crisis colombiana-venezolana, capeada por el entonces primer secretario general de UNASUR, Néstor Kirchner, los secuestros por parte de las FARC, los intentos de golpe de estado de Ecuador, los golpes de estado aún con figura legal como en Honduras y Paraguay y últimamente la mediación entre las FARC y el gobierno Colombiano en Cuba.

Ha muerto el caudillo, el líder populista, palabras tan detestadas por el imperialismo capitalista y sus lacayos como por la socialdemocracia local. Pero no ha muerto su obra, que perdura en las políticas públicas fruto de una pensada geopolítica regional, que no solo nos permite un desarrollo social justo, sino también una defensa del imperialismo capitalista, entretenido, por ahora, en Afganistan, Irak y Siria.