lunes, 25 de diciembre de 2006

No sigamos el ejemplo de Chile

Que a nuestros dictadores no les llegue solo la justicia divina.

Alegría para los que lo odiaban, tristeza para los que lo amaban, desazón para quienes querían que se cumpliera con un principio básico de la justicia, la igualdad ante la ley. Esta es la sensación más dolorosa en Chile hoy tras la muerte de Augusto Pinochet.

No se pudo cumplir con este presupuesto básico de la justicia, seguramente del otro lado de la cordillera el sentimiento de rechazo a la justicia, que a veces nunca llega, sea tanto o mayor que lo que sentimos en nuestro país.

Tal vez a nosotros nos cueste comprender la actitud de muchos trasandinos que hoy lloran la muerte del principal traidor, ladrón, cipayo y asesino de Chile. El tiempo tiene mucho que ver en esto. A nosotros, con una vasta tradición de golpes a la voluntad popular y con el tiro de gracia de 1976, nos bastó 7 años para transformar la sociedad de manera muy profunda. Aún hoy las consecuencias del golpe se hacen presentes entre nosotros y principalmente en la juventud, que es apática políticamente, poco comprometida con asuntos sociales, profundamente individualista, sin sueños colectivos. Todo esto por las consecuencias psico sociales del golpe.

Podremos imaginar entonces ahora lo que el miedo, el autoritarismo y el individualismo le pueden hacer a una sociedad que durante 17 años estuvo gobernada por este sinvergüenza. Las heridas están aún muy abiertas y saltan a la vista.

Yo espero que el pueblo chileno pueda cerrar alguna vez estas heridas. Al igual que acá, la justicia cumple un rol fundamental.

Eso es lo que espero de nuestros dictadores en la Argentina, que no se les permita quedar impunes. Para ello deben ser juzgados todos aquellos que participaron en actos de terrorismo de Estado en nuestro país. Ya sea por medio de la justicia ordinaria, ya por el código de justicia militar, que es el que creo que debería aplicárseles por traidores a la patria a estos personajes, y pagar con la vida tanto daño que han causado, daño que todavía hoy estamos pagando.

Un juicio (la ley y el derecho) cumple con tres funciones fundamentales:

· Permite la reparación simbólica: La condena, si bien no devolverá las cosas al estado anterior al daño, al reconocer el delito y al sancionar a los culpables, ofrece una reparación histórica al pueblo en general y a la memoria de las víctimas en particular.

· Se cumple con la normatividad: Ya que la justicia permite normar y regular las acciones sociales, al dejar establecido lo permitido y lo prohibido, lo legal y lo ilegal.

· Se cumple con la función de cohesión social: A través del principio de universalidad (todos somos iguales ante la ley) se asegura un cierto grado de igualdad para los integrantes de la sociedad.

Estos tres fundamentos de la ley y el derecho se violaron con las leyes de obediencia debida y punto final de Alfonsín y los indultos de Menem. La anulación de estas leyes durante el gobierno de Kirchner posibilitan retornar a la normatividad y a la justicia que los juicios a las juntas militares de 1985 establecieron, condenando a estos personajes como se debe condenar a cualquier delincuente.

Por eso argentinos, los juicios a los traidores a la patria deben seguir hasta el final, para que a los que cobardemente se vendieron a la embajada norteamericana y a los intereses empresarios, los que se enriquecieron y enriquecieron ilícitamente a sus amigos, los que mataron a los que pensaban diferente, no tengan la suerte de su colega Pinochet, que se salvó de la justicia de los hombres y hoy le está haciendo burla desde el infierno al pueblo chileno.

El que a hierro mata a hierro muere. Los traidores, que una vez juraron defender al pueblo argentino e hicieron todo lo contrario, deben pagar. De esta manera nuestros hijos podrán vivir en una Argentina con cicatrices, pero con heridas cerradas. Esperemos que Chile siga el mismo camino.

Diego M. Flores Burgos

lunes, 20 de noviembre de 2006

La nacionalización de grandes empresas

El problema económico principal que ronda por las mentes de los economistas del mundo es el de la inflación, la suba progresiva de precios. Esto, que es un efecto intrínseco del capitalismo que vivimos, tiene raíces diferentes dependiendo de la zona del mundo en la que estemos: en los países desarrollados su causa principal radica en la demanda: la demanda de bienes (debido al poder de compra) es mayor que la capacidad de la oferta (los productores) de producir esos bienes. Y claro, los países desarrollados, industrializados son países ricos. En cambio en países como el nuestro, que no es un país en donde abunde el dinero, también hay inflación. Pero esa inflación no es debido a un exceso de demanda o consumo como equivocadamente (o deliberadamente) enuncian los economistas liberales. Se debe en realidad, a causas estructurales, que hacen a la estructura económica de la nación. Es un efecto de la capacidad productiva que no puede brindar todos los bienes que la población necesita.

El alza del poder adquisitivo (pequeño pero real) de la población desde 2002/2003 ha producido un aumento en las ventas y en la demanda de bienes de consumo durables y no durables y de capital (máquinas). Esto se verifica en los indicadores económicos internos y en el aumento de las importaciones, ya que nuestro país necesita incorporar bienes de capital de mayor o menor tecnología que no se producen el mercado interno.

Las fábricas están trabajando al máximo de su potencial y algunas con una mínima capacidad ociosa. Lo lógico sería que los empresarios aumentaran la producción para satisfacer la creciente demanda. En vez de eso, nuestros grandes empresarios prefieren aumentar los precios antes que invertir en maquinarias o personal para que aumente su capacidad productiva. Y esto es un hecho general del gran empresariado nacional, máxime de los formadores de precios.

Eso pasa con los productos manufacturados. Con las frutas y hortalizas no sucede esto debido a que la demanda es muy elástica, podemos disponer de alimentos para 300 millones de personas (somos casi 40 millones). Y la carne ¿por qué sube? Porque les conviene más, debido al tipo de cambio, exportar la carne que venderla al mercado interno. Porque ¿qué vale más, el peso argentino o el euro? Y los productores de carne aducen que se debe a falta de vientres (vacas), que es cierto, de ahí el plan ganadero nacional para aumentar la cantidad de cabezas de ganado. Pero también es cierto lo anterior, prefieren el lucro privado al hambre del pueblo.

El único aumento lógico lo constituye el de los productos que contienen insumos importados o aquellas industrias que necesitan de bienes de capital foráneos y que las empresas trasladan al precio final de los bienes. Esto debido a nuestro subdesarrollo y atraso industrial (causa estructural).

La excepción (lo absolutamente injustificable) la cometen aquellas actividades que como la telefonía celular mantienen precios altos y pretenden subirlos más, sin que los aumentos tengan algún tipo de justificación económica racional (ni insumos, ni inversiones, nada).

Viendo y viviendo este panorama que mantiene a millones de argentinos en la pobreza y más allá, el uso de la propiedad privada sin un fin social, los malos y caros servicios, es que propongo la nacionalización de todas aquellas grandes empresas formadoras de precios, de manera de poner al alcance de todos, en base a precios accesibles y teniendo en cuenta que la mitad de la población gana por debajo de $800, los bienes fundamentales para la vida y otros, tal vez no vitales, pero que hacen a las necesidades actuales de la población. Esto también permitiría que el Estado realice las inversiones que los empresarios nunca harán. Pero inversiones para ellos no, sino para la sociedad. Aquí en San Juan es muy común que los empresarios pretendan que las inversiones que los beneficiarán a ellos y solo tangencialmente a la comunidad, sean realizadas por el Estado.

Combustibles, telefonía, materias primas, etc. Todo tiene que ser parte de la Estructura del Estado, de la sociedad, para bien de ella, por necesidad y no por capricho. Ya sea a través de la estatización de las mismas, para que estén en poder del pueblo argentino, ya sea a través del proceso de retro nacionalización de cadenas productivas.

Diego M. Flores Burgos

jueves, 12 de octubre de 2006

La relación Iglesia-Estado en San Juan

Sanjuaninos, podemos ver hoy la especial relación que existe entre el gobierno provincial y la Iglesia Católica local, especialmente con los consagrados. Una relación aparentemente de armonía y hasta complementación, pero que va mucho más allá.

Pero aparte de eso lo que la mayoría no percibe es que esta relación, de continuar, es nefasta para el futuro de nuestra Iglesia en San Juan. Y les voy a explicar por qué.

El poder político tiene un ámbito de injerencia público, general, concreto, material. La Iglesia, por su parte, tiene un ámbito distinto. Lo privado, lo particular, lo trascendental es la materia de la Iglesia, su esfera, su terreno, su lugar.

Y sabemos que lo político, el Estado más precisamente, está dominado por élites o grupos que se mueven por intereses, beneficios y negocios que funcionales a estos mismos grupos, aprovechando el uso que le dan a la estructura del Estado, intereses que casi siempre son incompatibles con el bien común o los intereses de la comunidad, o sea, de todos nosotros.

La armonía no siempre es buen signo. A veces se mantiene por medio de concesiones que muchas veces traicionan valores. El conflicto no siempre es malo. Muchas veces mantenemos y defendemos una postura o verdad de esa manera.

Yo como estudioso de la política sanjuanina sé que nuestro gobierno provincial no es transparente, realiza negocios particulares en desmedro del bienestar general. Utiliza la pobreza como instrumento electoral. No le importa el futuro nuestro, de nuestros hijos y nietos y está dispuesto a lo que sea con tal de que su visión privatista y minera del desarrollo se lleven a cabo.

Y lo más grave, y lo que más lamento, como fiel laico, es que ya enganchó a la Iglesia sanjuanina en su estrategia. Lo hizo brindándole beneficios, tanto económicos como simbólicos. Las relaciones económicas que mantiene con la Universidad Católica y las acciones “cristianas” del Secretario de Salud, Dr. Correa, son un claro ejemplo de cómo la Iglesia está inmiscuyéndose en el proyecto político nada bueno que es el giojismo.

Esta relación, que es ya una forma de cesaropapismo, une las cúpulas del poder espiritual y político acá en San Juan y son las que van a llevar a la ruina a nuestra Institución. Lo podemos ver en las valoraciones que hay sobre la Iglesia en nuestra Universidad Nacional de San Juan, donde se conoce muy bien a cada uno de los personajes de esta película, tanto a Gioja y a su gobierno como así también los errores de la Iglesia.

No permitamos que nuestra Iglesia se contamine y pase a ser un aparato más al servicio más del gobierno giojista. Aboguemos por una separación visible y concreta entre Iglesia y el Estado, ya que a la larga esta relación sólo beneficia a un sector. Siempre que la Iglesia ha estado involucrada con el orden temporal (político), ha sido para peor. Los cismas, la reforma protestante, la expulsión de los Jesuitas de América y la convalidación de las dictaduras militares son claro ejemplo de ello.

Defendamos una abierta y clara separación de las instituciones. La Iglesia para lo privado y espiritual. El Estado para lo público y temporal. Cada uno en su lugar.

Diego M. Flores Burgos

miércoles, 11 de octubre de 2006

Nacional, laico y popular

Llega un momento en el que uno como persona debe definirse sobre algunas cuestiones. Es lo que permite realizar nuestra originalidad, nuestra personalidad y no ser una parte más de la masa. En todos los ámbitos de la vida ocurre esto y es una tarea que cuesta.

Particularmente me referiré al ámbito político, que es el que me compete y en el que quiero lograr aclarar algunas ideas en este terreno importante, que requiere hombres y mujeres definidos, y que lamentablemente de esos hay pocos. Y no porque la mayoría de los jóvenes no sepamos nada de nada. Sabemos, y mucho. La tele, internet y los medios gráficos son una gran fuente de información. Lo que pasa es que es tan grande la cantidad de información que captamos diariamente que no nos da tiempo a interpretarla, procesarla, criticarla y quedarnos con los que nos parece.

Y esto trae como consecuencia que tengamos criterios políticos pendulantes. En general la sociedad es así. Y terminamos siendo presas de políticos que también son pendulantes, pero que tienen en claro una sola cosa y en pos de eso trabajan y nos hacen trabajar: su bienestar personal a costa del sacrificio del pueblo y de los recursos del Estado.

Yo les propongo un nuevo modelo de Estado, de institución principal de la sociedad que permite el desarrollo de nuestras potencialidades. Y lo que planteo es la necesidad que tenemos los jóvenes sanjuaninos y argentinos de vivir dentro de un Estado nacional, laico y popular.

Lo nacional lo planteo porque es hora que dejemos el individualismo de lado y nos pongamos a pensar en todos los que nos rodean, sean o no conocidos nuestros. Y no solo en los del presente, sino los del futuro también, los que vendrán. Y es que no puede ser que vivamos en un país tan pero tan rico con tanta pero tanta pobreza. Un país con la mejor formación de Latinoamérica y con tanta injusticia. Que transfiere millones de dólares a otros países a través de empresas de servicios públicos tales como Energía San Juan, Telefónica, YPF, las empresas de telefonía celular, que encima brindan un pésimo y caro servicio. ¿Acaso no se podrían utilizar esos recursos en favor de nuestro pueblo, para remediar los males que nos aquejan? Ojo que con esto no digo que no cumplamos con nuestras obligaciones internacionales, tales como el pago de la deuda externa (ilegal en su mayor parte), pero que no prioricemos el pago de esa deuda al hambre y necesidades de nuestro pueblo. Y esto ¿se podría cambiar? Por supuesto que sí, es el camino que han tomado países como Venezuela y Bolivia al estatizar la gallina de los huevos de oro, los recursos petrolíferos. Pero ¿y que hace falta para eso? Decisión política, ya que el pueblo argentino en su gran mayoría aceptaría estas medidas, acompañadas, claro, de medidas anticorrupción.

¿Y porqué laico? Laico sí, sin el compromiso ni presiones de ningún grupo religioso. Laico sí, pero no ateo, porque hay un Dios, fuente última de toda razón y justicia.

Yo como católico practicante y ciudadano comprometido con mi pueblo, veo con tristeza como mi religión (su cúpula) ha justificado y avalado golpes de estado, dictaduras sangrientas, violaciones a la voluntad general. Y como esto ha afectado también a la misma religión, que es plutocrática y elitista y que no está al lado de los pobres, como lo quiso Jesucristo. Que está prendida en negocios oscuros y discriminatorios (principalmente con el gobierno provincial, a través de altas autoridades) tales como las pasantías (contratos de $400) exclusivas para los alumnos de la Universidad Católica en reparticiones públicas, a las que nosotros, estudiantes de la Universidad Pública y de menores recursos, no tenemos acceso.

Popular, porque el Estado es obra del pueblo, es la comunidad organizada. Y si el pueblo lo constituyó, fue para su beneficio, el beneficio de la mayoría, y no para unos pocos que por esas cosas del destino (y no por capacidad) tienen el poder de hacer lo que nosotros no queremos, apropiarse de lo que nos corresponde, beneficiarse entre ellos, mientras que nosotros, el pueblo, pasa hambre, injusticia, inseguridad, pobreza, desesperanza. Esto tiene que cambiar. Necesitamos un estado que responda a nuestros intereses, a nuestras necesidades, que nos permita pensar en un futuro mejor, y no en un mañana incierto.

Este Estado lo debemos construir nosotros, jóvenes unidos y comprometidos por un futuro mejor, que nos duele el sufrimiento de nuestro pueblo. Debemos sumarnos, unir ganas, capacidades y fuerzas para lograrlo.

Diego M. Flores Burgos

jueves, 28 de septiembre de 2006

Neopopulismo


Todos los movimientos políticos y sociales nacen al calor de ideologías y de un contexto político, económico y social determinado. Es así por ejemplo en el caso de los populismos latinoamericanos. Estos gobiernos surgieron a mediados del siglo XX y estaban formados por una alianza de poder cívico, militar y burguesa industrial, cuyos valores eran lograr la mayor autonomía posible del Estado frente a la hegemonía de otros países (lucha antiimperialista); respetar la determinación de los pueblos; rescatar de la tradicional situación de pobreza, de atraso y marginalidad a amplios grupos sociales tales como los trabajadores, los indígenas, los pobres; promover el desarrollo económico e industrial autónomo; activar a la ciudadanía por medio de la participación en instituciones como los sindicatos, clubes, etc.

Hoy contemplamos un resurgimiento de esos valores. Están presentes en la actualidad en los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia. También en la Argentina presenciamos un retorno a los valores populistas con la gestión de Néstor Kirchner. Será que tantos años de neoliberalismo, de individualismo posesivo, de apatía política, de movimiento social descendente, de pobreza y marginalidad han promovido el surgimiento de estos tipos de conducción política. Será que el pueblo sufrido busca recuperar su orgullo, honor y dignidad de vida a través de líderes que pretenden dar respuestas a los requerimientos y a las necesidades de sectores mayoritarios de la población.

El neopopulismo como llamo a esta nueva etapa, para que logre su objetivo histórico de la justicia social y la reparación histórica con los siempre desfavorecidos sociales y económicos, necesita la participación activa de personas que compartan esos valores, que tengan conciencia social, optimismo, capital intelectual y por sobre todo, la claridad de saber que es lo que se quiere, hacia donde se apunta y de que forma conseguirlo.

El año que viene hay elecciones generales y no es posible ni serio que no dispongamos de un claro criterio político para juzgar las distintas posturas electorales. Pues porque si no encontramos quien nos represente políticamente, deberemos nosotros ser los actores del cambio. Porque podemos, ya que tenemos la capacidad para hacerlo.

Es hora de que demos muestras de lo que podemos hacer. Nuestro pueblo reclama soluciones dignas. Hay que luchar por ellas.

Diego M. Flores Burgos

martes, 19 de septiembre de 2006

KIRCHNERISMO, NUEVA FASE DEL POPULISMO 19/9/06

El peronismo fue un movimiento político que existió mientras vivió Perón. Después muchos utilizaron su nombre como caballito de batalla para ganar elecciones (y hacer buenos negocios). Fue un verdadero movimiento nacional y popular: luchó contra la injerencia inglesa y estadounidense en nuestro país, comenzó el desarrollo industrial argentino, fue avalado por la voluntad popular tres veces. Con él los trabajadores comenzaron a tener dignidad, se luchó contra la pobreza y se mejoró la calidad de vida de los habitantes.

Luego llegaron otros que como Menem, diciéndose peronistas, deshicieron lo mejor de la obra populista.

El peronismo ya nunca volverá a existir: fue producto de la combinación de varios factores: un líder excepcional en carisma, inteligencia y visión, un pueblo sufrido y con ganas de progresar y un contexto histórico determinado.

Pero hay cosas que no cambian. Hoy, como ayer, nuestra Argentina sufre. Sufre pobreza, injusticia, falta de porvenir. Hoy tenemos otro presidente que con esperanza veo que intenta imitar al lejano peronismo, inaugurando otra etapa del populismo latinoamericano, al igual que Evo Morales en Bolivia y Chávez en Venezuela. Ya no se debe hablar de peronismo, sino de kirchnerismo, un nuevo movimiento nacional y popular.

La necesaria separación Iglesia-Estado, las luchas por la autonomía nacional frente a agentes externos y a las oligarquías nacionales, el desarrollo económico, la lucha contra el desempleo, la unidad latinoamericana, la oposición a actividades económicas contaminantes, me llevan a sostener el carácter populista del kirchnerismo.

Pero para que el kirchnerismo logre la transformación que nuestra nación necesita, se deben acelerar las reformas en algunos puntos: La nacionalización de los hidrocarburos y otras riquezas, la intervención del Estado en la economía, la reforma de la justicia y la progresividad en los impuestos posibilitando disminuir las desigualdades, son tareas pendientes que creo son de imperiosa resolución.

La transversalidad, la integración de radicales y miembros de distintas fuerzas políticas y sociales, pero con los mismo objetivos ideológicos, convierte al kirchnerismo en un importante frente político de unidad y no en una bolsa de gatos, como fue la Alianza.

Pero hay otra cosa sanjuaninos, no nos equivoquemos. José Luis Gioja no comparte el proyecto político del kirchnerismo, como aparenta. Es ideológicamente diferente. Si bien es de destacar algunos aspectos de su política, lo critico porque para mí es el escobarismo del siglo XXI. Sino veamos quiénes son sus ministros, su conservadurismo social, su ideología neoliberal, su política para con la Iglesia local, la transferencia de riqueza al exterior, la nula importancia a los aspectos medioambientales verdaderamente relevantes (no únicamente la limpieza de la circunvalación). Gioja no está cerca del kirchnerismo. Ni hablar del peronismo.

Quienes simpatizamos con los valores del populismo latinoamericano, vemos al giojismo como el antiperonismo y el antikirchnerismo. Es el enemigo ideológico. Por eso no nos sentimos incluidos en ningún partido.

Sanjuaninos, no nos equivoquemos. Las cosas no son lo que parecen. Ni es lo mismo ni es igual.

Diego M. Flores Burgos

domingo, 10 de septiembre de 2006

La verdadera oposición

Es innegable el éxito relativo de las políticas implementadas a nivel nacional por el presidente Néstor Kirchner como por el gobernador de nuestra provincia, José Luis Gioja. Es inútil hacer críticas sobre la situación económica, la pobreza, la desocupación, ya que hay poco o nada que criticar en esos ámbitos. Afortunadamente las cosas van bien, aparentemente bien y eso nos tiene que confortar, al menos, un poco, ya que hay gente que ha mejorado notablemente su nivel de vida.

Criticar por criticar lo que se hace no sirve. Nos pondríamos del lado de la izquierda antipopular que nunca llega a nada, o de los resentidos políticos, que buscan cualquier forma de hacerse notar.

Lo cierto es que cuando se superan las principales necesidades, cuando el comer, el vestir y el vivir están medianamente garantizados, las críticas, si las hay, deben ser de otro nivel, más allá de la aparente realidad. Y eso es lo que el arco político sanjuanino no puede ver. Su ineptitud y el desmedido interés personal por sobre el comunitario se los impide. Por eso no hay oposición hoy en San Juan.

La verdadera oposición es una oposición intelectual, que se refiere a las bases de las actuales políticas que lleva a cabo el gobierno. Es ahí donde los políticos, supuestamente “de raza” deberían trabajar.

Yo no soy un político de raza, la edad en estas cuestiones, como vemos, es irrelevante. La indiferencia y la búsqueda del ganar algo, del interés personal por sobre el de la sociedad, se da tanto en jóvenes como en viejos. Lo triste es que en el caso de los jóvenes, se da principalmente por necesidad, los viejos lo hacen por ambición.

Eso lo comprendo bien porque yo también lo vivo, y hago grandes esfuerzos por evitar caer presa de los políticos tradicionales que compran gente, gente competente y honesta, por medio de una pasantía o un contrato. O tal vez nada de eso, sino con la ilusión de conseguir algo en un futuro.

De esa forma nos quedamos sin jóvenes comprometidos y capaces de lograr el cambio de esta situación denigrante y humillante. Porque que queda, si los jóvenes de clases altas no comprenden la profundidad del asunto, debido a que la fortuna los ha librado de la necesidad.

Pero yo no pierdo la esperanza de que esta situación termine. De que los jóvenes dejemos de mendigar, de ser usados, de perder nuestros valores, de callarnos la boca.

Y no pierdo la esperanza porque sé que un cambio es posible. Y lo es si todos los jóvenes que queremos dejar la dependencia, nos unimos y nos proponemos luchar por la justicia y el bienestar de todos.

Es hora que lo hagamos. No podemos seguir así. Jóvenes sanjuaninos, unámonos!!

Diego M. Flores Burgos