José Luis Gioja y Daniel Scioli en acto en Auditorio Juan Victoria |
Si algo nos enseñó Carlos Fara,
uno de los principales Consultores Políticos de la Argentina es que la
Estrategia Electoral debe permanecer
intangible desde el inicio hasta el fin de la campaña, salvo que algún hecho
extraordinario conlleve su modificación.
De cara al balotaje, agregaría
que estamos ante un hecho que conlleva a la necesidad de un cambio revolucionario
de estrategia para el FPV. La estrategia es el camino que tomará un candidato
frente a una elección y no siempre es ganar, como podría pensarse. En este caso
la estrategia fue vencer en primera vuelta en base a la cosmovisión de ser la
continuidad de un modelo que durante 12 años tuvo en general éxitos
electorales. La estrategia de Macri y Cambiemos fue ingresar al balotaje
polarizando la elección con Scioli como antítesis de la gestión kirchnerista
(cambiemos) y la de Massa, entrar al
balotaje (el único opositor que de seguro lo ganaba) posicionándose como
la principal oposición mostrando una imagen de crítica constructiva (el cambio
justo).
El resultado del domingo no sorprendió
para nada. Muestra el agotamiento de un modelo, pero no de gobierno, sino de
gestión de política pública y de comunicación. De manera científica analizando
políticas públicas, podemos evaluar al kirchnerismo como la gestión de gobierno
que más escuelas realizó, más kilómetros de rutas, autopistas y pavimentos
finalizó, mayor cantidad de obras de infraestructura energética concluyó, mayor
inclusión social logró. Sin embargo todo esto, ¿de qué le sirvió al FPV, cuando
corre el riesgo de perder el poder el 22 de noviembre? ¿Qué pasó?
Otro referente de la
Consultoría Política Nacional, Mario Riorda, retruca la típica frase de muchos
políticos: “No es que gestione mal, sino que comunico mal”. Error: Riorda dice:
La comunicación es parte de la gestión, es comunicación y gestión. Una cosa no
puede ir sin la otra. Y más drásticamente, Daniel Ivoskus, otro importante
Consultor titula uno de sus libros: “Lo que no se dice, no es”. Bueno, después
del 25 de octubre están pensando qué hacer muchos intendentes y gobernadores “incomprendidos”.
En este caso, el principal
enemigo de Daniel Scioli y la línea más PJ del Frente para la Victoria fue la
propia gestión y no como pudiera pensarse (no sólo) conspirativamente para que
un personaje de la “derecha” del FPV llegue al gobierno, cuando debiera haber
accedido un Randazzo o un Rossi, que nunca ganaron una elección ejecutiva pero
llevan en su interior el “verdadero carisma del kirchnerismo”, los
kirchnetrotskos, como los llamo, aquellos radicales dentro del FPV que juzgan
kirchnerista a uno en base a su menú, a dónde va (Tinelli), la música que
escucha (Montaner) o las estrategias que toma y que prefieren que tal candidato
(Scioli) pierda a mancillar el “espíritu kirchnerista”.
De todas formas, Randazzo, Rossi,
Uribarri o Máximo Kirchner hubieran tenido peores resultados por a) la imagen
que ellos muestran al electorado y que hoy en día no acepta: confrontación,
radicalización; y b) el problema estructural de una muy mala conducción de la comunicación
política (de gestión) del kirchnerismo.
La comunicación política no
tiene por objetivo manipular a la ciudadanía, sino generar adhesión en base a
lo realizado, para poder ganar la próxima elección. Justamente esto ha fallado.
Y no es la sobreexposición de la Presidenta en las cadenas nacionales, sino principalmente
la falta de claridad de los fundamentos que tuvo el Gobierno Nacional para
tomar tal o cual política pública.
Juan Domingo Perón decía que el
Conductor debía ser como Alejandro Magno: él ocupaba el terreno, luego sus
abogados decían el por qué. Perón no tenía tiempo de explicar todas las medidas
que tomaba, pues era un militar profesional de alto nivel y como tal, altamente
ejecutivo. Para ello había previsto el rol del “Predicador”: aquel que explica
la acción del conductor, los motivos que tuvo y el objetivo buscado para que la
comunidad (organizada, de paso), comprenda y defienda.
A 20 días del balotaje aún vemos
proyectos de ley, anuncios de funcionarios de medio pelo o publicidades que uno
podría decir que están creadas para perjudicar a Daniel Scioli y al FPV. Por
ello, el cambio de estrategia para que el FPV gane (y puede ganar) debe ser
radical: Sinceridad: Mea culpa por los errores de la gestión de gobierno:
corrupción (como en todos los gobiernos), mal manejo de las variables
económicas, falta de medidas estructurales en materia de desarrollo económico e
inclusión social.
Eso es importante, pero no
radical: lo radical es que en menos de un mes Scioli instale su “marca” de
gestión futura, suya y del nuevo FPV: pasar de ser un espacio político percibido
por la ciudadanía que fomenta la vagancia, que nivela para abajo, que no sirve
para gestionar la economía, que es permisivo con la delincuencia y que se
vincula con los populismos socialistas internacionales más diabólicos, a ser la
Marca de la eficiencia, de la gestión de calidad, de la inclusión social vía
generación de trabajo genuino, de la realización material y concreta del
liberalismo (donde existe una necesidad, nace un derecho).
Radical, ¿no? Pero posible, ya
que Daniel Scioli es otra cosa, es otro tipo de funcionario, piensa que la
gestión debe ser diferente, sabe que hay que cambiar, por eso es resistido por
el kirchnetrotskismo. Además, porque más allá del voto castigo que sufrió el
FPV, el electorado es conservador y va a preferir cambios en un proyecto de
gobierno que conoce al cambio por un por un proyecto “potencialmente” neoliberal
con Macri. Es decir, si Scioli hace una mejor oferta, el electorado lo va a
seguir.
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