Desde
que la inteligencia militar se transformó en una disciplina, ordenada y regulada,
el complot dejó las intrigas palaciegas para adoptar formas más complejas,
sagaces y eficaces, que han sido sintetizadas por Sun Tzu, Karl Von Clausewitz
y otros mentores de la geopolítica, la táctica y la estrategia militar.
Los
espías, los agentes, los atentados de falsa bandera, el ataque a la propia
población para propiciar la ira popular y con ella, justificar lo
injustificable, aún hoy son moneda corriente. Ejemplos de los últimos 150 años
son el el hundimiento del USS Maine y el inicio de la guerra
Hispano-Estadounidense, el hundimiento del Lusitania, el incendio del
Reichstag, Pearl Harbour, World Trade Center, Atocha, atentados de Londres de
2012 son algunos de los eventos sospechosos, previsibles, difícilmente
explicables y que dieron lugar a medidas esperadas por la alta dirección política
y militar de sus países “víctimas” para justificar ocupaciones e intervenciones
militares.
Y
en Argentina, los años de encubrimiento hacen suponer que los atentados a la
Embajada de Israel y a la AMIA también van por el mismo camino. ¿Israel y Argentina
matando a sus propios ciudadanos? El Mossad y el Shabak tienen historia en
atentados de falsa bandera, aprendidos de la escuela de la CIA, el FBI y la
Escuela de las Américas, de la que tantos militares argentinos han egresado,
lógicamente, no con los intereses nacionales propios, manifestados en la última
dictadura militar.
Si
bien para los analistas el imperialismo francés –sutil pero efectivo- no decayó
luego de la megaindependencia de colonias de los ’60, es probable que Charlie
Hebdo justifique una mayor intervención (invasión) francesa en Mali y otras ex
colonias. Pero no sólo en Francia: la islamofobia, el comparar el terrorismo
con el Islam, la ignorancia de vastos sectores de la población de que las
principales víctimas del terrorismo fundamentalista islámico son los propios
islámicos, forman el caldo de cultivo de un proceso manipulador que tiende a redefinir
al eje del mal del siglo XXI: Rusia, siempre Rusia, China y su crecimiento
económico, la Latinoamérica populista y desarrollista, Irán y su desarrollo
económico, político y social más prejuzgado que conocido y lo peor, las
relaciones entre ellos, son el escenario de operaciones de los servicios de
inteligencia de las clásicas potencias imperialistas.
No
es descabellada la hipótesis que Alberto Nisman, quien ya se desempeñó como
agente de la Embajada Estadounidense en la Argentina –traición a la Patria?–, aprovechando
el efecto islamófobo de Charlie Hebdo, haya cortado inesperadamente sus
vacaciones en Europa para denunciar por encubrimiento a ni más ni menos que a
la Presidenta de un país que justamente intenta fortalecer las relaciones
multipolares antes detalladas y brindar herramientas para la resolución del atentado
que ya lleva 21 años. Durante el Menemismo esto no sucedió; las relaciones
internacionales proporcionaban la defensa suficiente al ex Mandatario.
Siguiendo
la hipótesis, es altamente probable que Nisman se quedara solo. Que la Embajada
de USA no pudiera brindarle más apoyo ante la refutabilidad de las pruebas
presentadas por el Fiscal y –ni más ni menos– las declaraciones del ex presidente
de InterPol, Ronald Noble. Ante esto, Alberto Nisman (suicidio, asesinato, “suicidio
inducido”) termina siendo una víctima colateral de un muy inteligente intento
de desestabilización de un gobierno que teje relaciones que no son aprobadas
por EEUU y Europa y sectores de poder locales. Víctima que de paso, su muerte
sirve para que las acaloradas masas acríticas de la sociedad justifiquen sus
típicos ataques a un Gobierno que no es afín. Todo cierra.
Por
Memoria a las víctimas de la AMIA, esperemos que la causa sea llevada con el
único objeto de brindar Justicia y no servir de panel de operaciones de
intereses políticos.
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