jueves, 3 de julio de 2008

DESIGUALDAD E INSEGURIDAD EN SAN JUAN

Lucía Vidales, Policías. Técnica Mixta. 2007. http://malapintura.blogspot.com


Hoy nuestra provincia se encuentra convulsionada por los últimos lamentables acontecimientos ocurridos en el departamento de Rawson. Hechos que muestran el abandono y la desprotección a la que parte de la sociedad está sometida.

Y digo parte porque la inseguridad no se vive de la misma manera en todos los sectores. La presencia policial, que es la manifestación objetiva de la presencia del Estado en materia de seguridad, solamente es visible en forma permanente en el microcentro de la ciudad capital. En todos los demás rincones del Gran San Juan, la policía solamente es una visita eventual, en ocasión de recorrida o para atender un suceso desgraciado.

La desigualdad real que vivimos los sanjuaninos, y que lamentablemente, es propiciada desde el propio Estado también, ya la he tratado en otra nota anterior (Sanjuaninos categorizados 28/09/07). Y seguiré sosteniendo su tesis fundamental: En nuestra provincia, los sanjuaninos tenemos condiciones diferenciales de vida según el área de residencia: quienes tienen la fortuna de residir dentro de las cuatro avenidas, tienen un confort prestacional por parte del Estado provincial y municipal equivalente al de las ciudades de los países desarrollados. Cruzando la avenida la cosa cambia bastante. Ya nos encontramos con que la infraestructura y los servicios no son del primer mundo, o de un nivel que den orgullo.

Y así a medida que nos alejamos de la plaza 25 de Mayo, las categorías descienden progresivamente, hasta llegar a un nivel de abandono humano casi total, fenómeno que se da en las localidades más pequeñas del campo sanjuanino.

De la misma manera, con la seguridad pasa lo mismo. Se priorizan zonas, se les da más importancia a algunos residentes que a otros. Por ello no todos sufren la inseguridad de la misma manera. Ni se interiorizan de ella de igual modo. Quienes pueden pagar la seguridad privada, viven en un barrio cerrado (pequeño gheto) o son altos funcionarios de los tres poderes del Estado tienen en su cabeza una preocupación menos. Su posición económica o las herramientas de las que disponen les permiten gozar de cierta tranquilidad. ¡Mala suerte los que se encuentran fuera de estos grupos!

Que Chimbas y Rawson sean las zonas donde hay más inseguridad en la provincia es relativo. Relativo si tenemos en cuenta la presencia policial en la zona. Relativo si nos damos cuenta que hay zonas donde no hay vigilancia, seguridad privada o alarmas comunitarias. Ni hablemos de la relatividad respecto de la aplicación de un verdadero plan de seguridad en esas zonas.

Este tipo de hechos gravísimos solo nos demuestra que el plan de militarización de la sociedad sanjuanina ha fallado. Y lo ha hecho porque este plan solamente hace incapié en el funcionamiento represivo de la Policía de San Juan. Queda de lado su rol disuasivo, su faz preventiva, que es la que verdaderamente debe actuar y ponerse de manifiesto, a fin de no convertirnos en una sociedad militarizada.

Pero claro, no es esto lo único. Sería caer en el facilismo. No basta con más policías, más patrulleros, más armas. Basta de facilismo. Hay que reconocer que la problemática de la seguridad es un tema muy complejo que debe ser analizado por especialistas en el tema. No por opinólogos o gente con buena intención.

La problemática social, la contención a niños y jóvenes, el narcotráfico, la trata de blancas, la creación de empleo genuino, la reconstrucción del sistema educativo como ámbito de comprensión de las problemáticas infanto-juveniles, el apoyo y asesoramiento a los padres, la democratización y eficientización del sistema judicial son cuestiones que forman parte también de un plan de seguridad. De un plan que repute denominarse serio, no de un vano intento por hacer algo, no de otra medida demagógica.

Un plan de estas características debe conformarse interdisciplinariamente, por verdaderos especialistas en el tema. De lo contrario y con el devenir natural de las cosas, terminaremos por vivir en una sociedad militarizada, llena de miedo y desconfianza, claro, en el mejor de los casos.

Diego M. Flores Burgos