En torno a los enfrentamientos del Parque Indoamericano
Desde los
medios masivos de comunicación contemplamos nuevamente otro conflicto entre
habitantes del mismo pueblo, algunos argentinos, otros inmigrantes, todos
latinoamericanos. Por supuesto que todo esto genera un hecho político que es
aprovechado, según la conveniencia, para beneficiar o desprestigiar a uno u
otro sector político.
Pero por
supuesto, no he visto en esos mismos medios que se discuta sobre las causas del
problema, sino como siempre, sobre los efectos, igualmente graves, tales como
la muerte, la exclusión, la explotación, la xenofobia. Y no es azarosa esta
evasión de la discusión.
Más allá de
posiciones ideológicas, el sistema económico imperante en el país y en
Latinoamérica es el principal responsable de las 4 muertes, los cientos de
heridos y el sufrimiento de mucha gente que reclama que el derecho a la
vivienda digna sea material y no solo formal.
Contamos con
un sistema económico-político, basado en la explotación del hombre por el
hombre, en la apropiación injusta y concentrada de la riqueza, en el ejercicio
del poder (económico) de los fuertes sobre los muchos débiles. La conformación
de una mafia legal financiera-rentística, que eleva por las nubes el valor de
los inmuebles, tanto para la compra como para el alquiler, haciendo muy difícil
la vida para muchos habitantes, incluso para quienes son profesionales o
autónomos, aunque muchos no lo admitan.
Un sistema
injusto que impide que tanto los inmigrantes de otros pueblos hermanos, como
los propios argentinos que desde el período de los “cabecitas negras” llegaban
a las ciudades importantes conformando los “cinturones de pobreza” que todas
las ciudades argentinas y latinoamericanas tienen o han tenido (San Juan
obviamente incluida).
El odio al
extranjero o xenofobia, fruto de la ignorancia, la intolerancia hacia las culturas
diferentes y el reconocimiento inconsciente de las propias incapacidades,
siempre existió en la Argentina. Solamente, que cuando les sucedía a los europeos,
zafaban un poco mejor debido a que eran “gringos”. Pero es un estigma que no
hemos solucionado, ya que es acicateado y aprovechado por sectores partidistas
para fomentar la división de nuestros pueblos. Muchos argentinos han sufrido en
carne propia la discriminación por su calidad de inmigrante, como sucede en
España, por ejemplo, cuando han emigrado, como lo hicieron ellos mucho antes,
buscando un mejor porvenir.
La mafia
legalizada del cartel rentístico-financiero, que está presente en todos lados, que
hace que un departamento de las mismas características valga igual en San Juan
que en Buenos Aires, es el que hace que en una villa de esa ciudad una
habitación se alquile a $600 pesos. Mafia que está enquistada en sectores del
estado y el gobierno, que imposibilitan medidas sociales o populares, dedicando
recursos y energías al desarrollo de emprendimientos privados, sin importar las
consecuencias ecológicas y sociales que acarrean, la pérdida de terreno
cultivable, etc.
Como para
sincerar un poco el tema, cada día, miles de jóvenes que egresan año a año de
las universidades de la Argentina, desconocen como podrán hacer para
desarrollar sus vidas en una vivienda propia, en un contexto que hace que el
acceso a la misma sea prohibitivo para muchos de ellos.
Es el conocimiento
de los factores económico-políticos que generan la exclusión y la pobreza de
vastos sectores de la población, además de la puesta en práctica de estrategias
concretas desde los distintos territorios sociales y el acompañamiento y profundización
de las medidas que se llevan en ese camino, lo que permitirá revertir este
proceso de injusticia social, que en nuestras tierras lleva ya más de 500 años.
Es el desarrollo
de las fuerzas productivas y no del capital especulativo-rentístico lo que
brindará desarrollo con dignidad y trabajo para todos. Es la concepción
humanista, cuyas bases son el humanismo cristiano o el humanismo positivista
(la postura que tengas), que derivará en la justicia social, la que hará que
ese trabajo sea justo tanto para el propietario del capital como para el que
ayuda a generar la riqueza de aquél. Un sistema que valorice el trabajo, no el
ocio rentístico, un sistema humano.
Diego M. Flores Burgos