viernes, 28 de diciembre de 2007

La distribución de los cargos políticos


Con el correr de los días, más y más son los conocidos míos que, afligidos y consternados, me comentan sobre la forma en que sus líderes políticos, aquellos personajes para los que trabajaron, algunos arduamente, en la campaña política y que asumieron por el voto popular hace unas semanas, disponen libremente y sin escrúpulos de ningún tipo, el destino de los distintos cargos políticos que, juntamente con los cargos electivos, se han obtenido.

El botín de todo proceso eleccionario son los cargos. Lo principal es el cargo electivo, gobernador, diputado, intendente, concejal. Pero el botín no se agota ahí. Cada cargo electivo conlleva, de acuerdo a su naturaleza, una cantidad variable de cargos políticos que, en algunos casos, son necesarios para el desempeño de la tarea política.

Sea como fuere y la interpretación que se le quiera dar a los cargos políticos, lo más lógico y racional es que sean distribuidos, como todo botín de guerra, entre los que participaron de la pelea electoral. Una suerte de mix que engloba participación, competencia y compromiso, sumado a la idoneidad moral o ética y convicciones políticas, como así también trayectoria, debe ser tenido en cuenta al momento de la distribución.

Si bien nuestro país recuperó la democracia hace 25 años, los partidos políticos todavía no la consiguen. Se manejan como tribus o clanes en donde uno, ya sea por carisma o tradición, ha logrado llegar a la cúspide del poder en un determinado segmento político (conglomerado territorial y poblacional de competencia exclusiva), ya sea un municipio o la provincia.

En cada segmento político, su líder dispone libremente de la suerte de quienes lo acompañaron en la campaña electoral, de aquellos quienes dejaron de atender su familia, su trabajo y/o su tiempo personal para ayudar a otro, a un tercero, a que arribe a un cargo público electivo, que, en una provincia pobre como la nuestra, con un débil sector privado, es un buen trabajo.

Con ese absolutismo con que los líderes de esos segmentos disponen de la ideología, la discusión política, el debate y la crítica sumado al temor o cobardía de muchos militantes, se crea el caldo de cultivo propicio para que las medidas del líder no tengan discusión y no encuentren ningún obstáculo.

Así las cosas, no es de extrañar, pues, que los cargos políticos sean para personas que los militantes no conocen, para la amante de, para el hijo, esposa, cuñado, yerno, etc. Estos últimos casos seguramente se dan por aquellos a quienes les cuesta despegarse de la familia.

Sea como fuere, este tipo de actitudes que se dan a todos los niveles accesibles desde un partido político y que disponen arbitrariamente de cargos, ya sea de legislador nacional o provincial, gobernador, intendentes, concejales, funcionarios, hasta contratados, lo único que genera, a largo plazo, a parte del enriquecimiento de alguno de estos, es la destrucción de la militancia.

Pues quienes, como dije arriba, han trabajado por un proyecto político, han invertido tiempo y/o dinero propio, han dejado de lado sus tareas cotidianas, sufren este tipo de injusticias, de la que en parte ellos también son responsables. Responsables en parte, del círculo vicioso de la vieja política, que se conforma con escasa participación, dominación económico-carismático-tradicional, uso arbitrario del poder político y se completa nuevamente con escasa participación.

Y es que incluso quienes han trabajado, no digamos siguiendo un ideal político o convicciones ideológicas sino simplemente un interés puramente material, tienen el mismo derecho de participar en la distribución de cargos, y el mismo derecho de indignarse ante su arbitraria dispendia. Porque acaso no se lo merecen? Acaso no se lo han ganado? Podríamos decir que no son víctimas de una injusticia?

Este tipo de actitudes de vieja política termina desalentando la participación y el compromiso, que trae nefastas consecuencias para la política y para la sociedad.

Tal vez aquellos ajenos a las intrigas partidarias y a la participación política les pueda significar superficial y trivial este comentario. Pero quienes participan de la lucha política y conocen y comparten junto a otros militantes la vida política de un partido, no les es ajeno, incluso se sentirán identificados con estos problemas.

Además, como reza muy bien nuestra constitución, los partidos políticos son instituciones fundamentales para la democracia, para el acceso al poder de cualquiera que se sienta con convicciones y capacidad para hacerlo.

Por ello, debemos trabajar mancomunadamente para la construcción de verdaderos espacios democráticos en los partidos políticos de San Juan y de la Argentina, de manera que construyamos una sociedad plural y un gobierno que responda fielmente a la soberanía popular.

“La democracia en los partidos políticos se comprueba en el momento de la distribución de los cargos electivos y políticos”.

Diego M. Flores Burgos

martes, 11 de diciembre de 2007

Profesionales de la UNSJ: Intelectuales y/o Técnicos?


Últimamente se están dando en el seno de nuestra universidad pública, lamentables casos, por parte de profesionales de la misma, que rozan lo delictivo o que ingresan en ese campo.

Casos que, de todas maneras, no son los apropiados ni convenientes para una institución educativa y formativa que tiene importantes responsabilidades frente a la comunidad sanjuanina, incluso patrimoniales, como ser el ente de resguardo de piezas paleontológicas y arqueológicas, a la que el Estado, institución del pueblo sanjuanino, a confiado.

Es de esperar que en los altos centros de formación, donde se tienen las herramientas para lograr tener otra perspectiva del mundo, distinguir entre el ver y el mirar, existan conflictos y luchas. Luchas entre quienes quieren lograr desde lo más banal, un cargo, hasta las más elevadas, la lucha por el prestigio y la autoridad científica e intelectual.

Por supuesto que se dan también situaciones antiéticas o delictivas como el robo de información, el plagio, etc., como en cualquier institución donde hay mucho en juego.

Pero que bajo es caer apropiándose de los bienes de la comunidad, abusando de los recursos del Estado, que son los recursos de todos, aprovechándose de la ignorancia de grandes masas populares, de la connivencia de la justicia y los órganos de control y de la complicidad cobarde de los pares.

Y esto último es lo más grave. Nuestra universidad no forma conciencias. No forma criterios. No educa en ideología. No ayuda a que sus miembros, principalmente los estudiantes, puedan desplegar potencialidades ocultas o dormidas. Sólo se dedica a impartir la educación europeo-estadounidense globalizada conductista, que si, forma profesionales, técnicos capacitados en sus respectivas áreas, pero no forma intelectuales.

No es lo mismo ser profesional que ser intelectual. El profesional es un técnico altamente capacitado en un área específica de la realidad. El intelectual pueden no ser profesional: Es aquella persona con una elevada inquietud en su vida, fruto de su curiosidad personal sobre las características y problemas del mundo que lo rodea, al que no le basta la superficialidad de la realidad mostrada por los medios de comunicación y busca más allá. Tiene un determinado y preciso criterio sobre temas de fondo. Y si no lo tiene, lo busca y no se siente tranquilo consigo mismo hasta que no lo encuentra.

En base al paradigma cultural neoliberal imperante, que tiene como enemigos al humanismo cristiano y a la racionalidad positiva, nuestra universidad se ve privada de la formación cultural y del progreso intelectual.

Disponemos de profesionales altamente calificados, que no tienen nada que envidiarle a sus pares extranjeros, principalmente de los países desarrollados. Pero son solo eso, técnicos especializados, no son intelectuales. No poseen capacidad crítica ni una moral social que les permita involucrarse en los temas que la sociedad requiere. Pues muchos si tienen capacidad crítica, la subsumen ante el interés individual (la situación socioeconómica favorece esto también) y hacen oídos sordos ante las necesidades y problemáticas que la comunidad pide a sus hijos, que son los que estudiaron en una universidad pública, sostenida por el esfuerzo de todos.

Y eso se da en todos los niveles, desde los estudiantes hasta las autoridades, pasando por los docentes.

Nada ha cambiado en nuestra sociedad sanjuanina desde que comenzó a funcionar su universidad pública hace más de 30 años. Y esto por el divorcio entre formación profesional y formación intelectual. Y si no se revierte esta situación, nada cambiará en los próximos 30 años.

La supuesta neutralidad de las técnicas, la ausencia de formación ideológica, la objetividad científica como base de todo y como modelo de vida del profesional, son campo fértil para la semillita del individualismo, del egoísmo, de la trivialidad y del conservadurismo.

La formación de los profesionales de la UNSJ no será nunca completa mientras no se contemple la otra pata, la cultural e intelectual. Cultura e intelectualidad, tal vez no se enseñen como currículas, pero se motivan y transmiten con actitudes y palabras.

Diego M. Flores Burgos