Desde el inicio de 2012 los multimedios más
importantes del país replican sobre la intencionalidad oficial de proponer una
reforma constitucional, cuyo fin sería fundamentalmente, instalar la re-reelección
de la actual mandataria, Cristina Fernández de Kirchner.
Haciendo una descripción rápida de esta información,
podemos decir que el gobierno kirchnerista necesita instalar la figura política
que continuará con el proyecto iniciado por Néstor Kirchner en 2003. Pero analizando
no solo el contenido de la información sino también la metodología en la que
esta es difundida, podemos llegar a conclusiones muy diferentes.
Primeramente, la distancia hasta las próximas
elecciones presidenciales de 2015 es grande. En tiempo parece poco, pero
situaciones del contexto internacional tales como la continuidad de la guerra
de capitales financieros transnacionales (mal llamada crisis financiera global),
las posibilidades de guerra en escenarios secundarios (Irán, Siria) y los
procesos devenidos de la integración latinoamericana, entre otros, presentan un
futuro hasta ahora incierto para un país semicolonial en vías de liberación
como el nuestro. Es innecesario hacer definiciones electorales, sino de seguir
evolucionando en el proceso histórico iniciado por Néstor Kirchner hace 8 años.
Además la metodología de comunicación de la
información hace pensar que estamos en presencia de una nueva operación de
prensa para instalar en la agenda pública un tema promovido por ciertos
sectores de poder. Pero ¿por qué?
La metodología del rumor (los verbos en condicional
abría, sería, etc.), sumado a la falta de comunicación oficial sobre el tema, nos
hacen pensar la posibilidad de un intento de generar en la población argentina el
rechazo absoluto sobre cualquier intento de reforma constitucional. Y esto es
un tema mucho más serio de lo que parece. Pero ¿quién?
Cada proceso histórico genera su constitución con un
fin determinado. La Constitución Nacional de 1853-60 intentó organizar el
Estado mediante el federalismo liberal centrado en Buenos Aires. La
constitución de 1949 intentó darle un marco legal a los cambios en política
social, laboral y en lo que hacía a la dirección estatal de los recursos
naturales y económicos del país. Si bien instaló la reelección presidencial, sus
reformas en aspectos políticos y sociales son los más trascendentes, ya que
hacen al modelo de Estado vigente. La constitución vigente de 1994 es la
constitución del neoliberalismo. Incorpora algunos derechos formales pero
desregula la utilización de los recursos naturales que ahora son potestad de
las provincias, lo que impide su planificación estratégica nacional pero
favorece la negociación de multinacionales frente a provincias pequeñas o
pobres.
La evolución institucional en los últimos 8 años ha
configurado otro modelo de Estado, más parecido al de la constitución
“peronista” de 1949. Las concepción de políticas sociales, económicas y lo que
se podría llegar a hacer en cuanto a garantizar constitucionalmente el control
estatal de los recursos naturales para la planificación estratégica, así como las
nuevas formas de participación popular como las de la avanzada constitución del
Estado Plurinacional de Bolivia, necesitan de un marco institucional, necesitan
de una nueva Constitución Nacional.
La necesidad de una reforma constitucional (que
viene siendo promovida desde la promulgación misma de la Constitución de 1994) debiera
ser captada por gran parte de la población argentina como una necesidad. De
esta manera se priorizarían los problemas, se determinarían los beneficios para
la comunidad y tendría legitimidad.
Superar esta operación de deslegitimación de la
reforma permitiría una definición política sobre ciertos temas, justamente
cuando hoy están en debate en algunos sectores la necesidad de la
re-estatización de los hidrocarburos, la participación estatal en la
explotación minera del oro, mayor participación popular, participación de los
trabajadores en las ganancias de grandes empresas, etc. Como siempre, hay
sectores a los que el cambio no los beneficia y actuarán para que esto no
suceda.
Diego Flores Burgos – Referente del
Encuentro Nacional Popular y Latinoamericano San Juan