martes, 7 de febrero de 2012

Sobre la reforma constitucional


Desde el inicio de 2012 los multimedios más importantes del país replican sobre la intencionalidad oficial de proponer una reforma constitucional, cuyo fin sería fundamentalmente, instalar la re-reelección de la actual mandataria, Cristina Fernández de Kirchner.

Haciendo una descripción rápida de esta información, podemos decir que el gobierno kirchnerista necesita instalar la figura política que continuará con el proyecto iniciado por Néstor Kirchner en 2003. Pero analizando no solo el contenido de la información sino también la metodología en la que esta es difundida, podemos llegar a conclusiones muy diferentes.

Primeramente, la distancia hasta las próximas elecciones presidenciales de 2015 es grande. En tiempo parece poco, pero situaciones del contexto internacional tales como la continuidad de la guerra de capitales financieros transnacionales (mal llamada crisis financiera global), las posibilidades de guerra en escenarios secundarios (Irán, Siria) y los procesos devenidos de la integración latinoamericana, entre otros, presentan un futuro hasta ahora incierto para un país semicolonial en vías de liberación como el nuestro. Es innecesario hacer definiciones electorales, sino de seguir evolucionando en el proceso histórico iniciado por Néstor Kirchner hace 8 años.

Además la metodología de comunicación de la información hace pensar que estamos en presencia de una nueva operación de prensa para instalar en la agenda pública un tema promovido por ciertos sectores de poder. Pero ¿por qué?

La metodología del rumor (los verbos en condicional abría, sería, etc.), sumado a la falta de comunicación oficial sobre el tema, nos hacen pensar la posibilidad de un intento de generar en la población argentina el rechazo absoluto sobre cualquier intento de reforma constitucional. Y esto es un tema mucho más serio de lo que parece. Pero ¿quién?

Cada proceso histórico genera su constitución con un fin determinado. La Constitución Nacional de 1853-60 intentó organizar el Estado mediante el federalismo liberal centrado en Buenos Aires. La constitución de 1949 intentó darle un marco legal a los cambios en política social, laboral y en lo que hacía a la dirección estatal de los recursos naturales y económicos del país. Si bien instaló la reelección presidencial, sus reformas en aspectos políticos y sociales son los más trascendentes, ya que hacen al modelo de Estado vigente. La constitución vigente de 1994 es la constitución del neoliberalismo. Incorpora algunos derechos formales pero desregula la utilización de los recursos naturales que ahora son potestad de las provincias, lo que impide su planificación estratégica nacional pero favorece la negociación de multinacionales frente a provincias pequeñas o pobres.

La evolución institucional en los últimos 8 años ha configurado otro modelo de Estado, más parecido al de la constitución “peronista” de 1949. Las concepción de políticas sociales, económicas y lo que se podría llegar a hacer en cuanto a garantizar constitucionalmente el control estatal de los recursos naturales para la planificación estratégica, así como las nuevas formas de participación popular como las de la avanzada constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, necesitan de un marco institucional, necesitan de una nueva Constitución Nacional.

La necesidad de una reforma constitucional (que viene siendo promovida desde la promulgación misma de la Constitución de 1994) debiera ser captada por gran parte de la población argentina como una necesidad. De esta manera se priorizarían los problemas, se determinarían los beneficios para la comunidad y tendría legitimidad.

Superar esta operación de deslegitimación de la reforma permitiría una definición política sobre ciertos temas, justamente cuando hoy están en debate en algunos sectores la necesidad de la re-estatización de los hidrocarburos, la participación estatal en la explotación minera del oro, mayor participación popular, participación de los trabajadores en las ganancias de grandes empresas, etc. Como siempre, hay sectores a los que el cambio no los beneficia y actuarán para que esto no suceda.


Diego Flores Burgos – Referente del Encuentro Nacional Popular y Latinoamericano San Juan