domingo, 23 de noviembre de 2008

NEGRO, GORDO Y PIQUETERO




Ayer (21 de noviembre) estuvo en la provincia de San Juan el dirigente de la Federación Tierra, Vivienda y Hábitat, Luis D’ Elía. Poca difusión tuvo su visita. Es que los medios provinciales acompañan, en general, la idiosincrasia popular que ellos mismos ayudan a formar. Ellos son la opinión pública, como mencionó Forster el viernes en la Facultad de Ciencias Sociales en la presentación de Carta Abierta.

Y es que los brazos del imperio en la Argentina, los cipayos indignos, inmorales y destituyentes han aprovechado y trabajado hondamente los prejuicios de la clase media y media alta del país. Lo malo viene en envase negro y pobre. Y piquetero… esa es una redundancia.

Además lo gordo es antiestético. Es de lo que se huye. Lo feo e indeseable. Para ellos está Cuestión de Peso.

Nunca voy a olvidar las imágenes que una noche, en el Canal de noticias TN del grupo massmediático Clarín, D’Elía dijo sobre la manipulación que los medios hacen sobre el pueblo y los gobernantes. Como se transforman en la opinión pública. Como engañan, acarrean, mienten, distorsionan, juegan parcialmente. Y la frase de periodismo independiente, que siempre está.

D’Elía fue el único que defendió no un gobierno, el de Cristina Kirchner en particular. Defendió al gobierno de los argentinos, un gobierno popular, elegido mediante sufragio libre y secreto, avalado por la mayoría. Un gobierno que, bajo el imperio de la potestad estatal, decidió una política, la cual fue puesta como caballito de batalla de la agenda mediática, que taladraba las mentes de los televidentes, quienes lamentablemente y debido a la falta de cultura crítica, adoptaban como dogma.

El exponente en este período destituyente que defendió la institucionalidad es Luis D’Elía. Sus minutos en el aire en A dos voces fueron concretos y claros frente a la relación de los medios y en particular del Grupo Clarín en esta nueva jugada de los poderes concentrados del país contra un gobierno popular. Ya lo vivimos muchas veces en nuestra historia nacional y latinoamericana, lo que pasa es que los argentinos somos de mala memoria y preferimos a Tinelly al canal Encuentro o un libro de historia.

Defensor de lo popular, la causa nacional, latinoamericana y democrática, no dudó D’Elía en usar la fuerza cuando fue necesaria. Ese es otro instrumento de manipulación mediática. La piña que le metió a un ciudadano que lo insultó durante una cuadra fue el principal elemento para descalificarlo. Se juega con la paz ingenua y contra la violencia cuando conviene, cuando a las convicciones hay que defenderlas a capa y espada. Pero nada se dice de la violencia simbólica y horizontal que estos medios y algunos políticos tratan de extender desde la clase media y alta contra los pobres y marginados y contra aquellos que osan desafiar el poder establecido.

El título de esta nota refiere a la manipulación y uso que desde la psicología social, empleada por los multimedios absolutamente parciales, herramientas del imperialismo, utilizan para fragmentar la sociedad, para que cada uno viva más encerrado, fomentando el individualismo y el sálvese quien pueda y nos alejemos cada vez más de la lucha integral contra la desigualda y por la libertad.

Lamentablemente los argentinos tenemos estos graves problemas: mala memoria, criterio superficial, liviandad en la crítica y aversión a que nos digan la verdad. La demagogia ya dejó de ser un instrumento político para pasar a ser un instrumento del mercado. Y los medios no son la excepción en su uso.

Somos todos responsables, en mayor o menor medida de lo que nos sucede. Principalmente por no reconocer al enemigo popular. Por utilizar el prejuicio como instrumento de análisis de la realidad. Por utilizar las apreciaciones despectivas de negro, gordo y piquetero como forma de instalar a un chivo expiatorio, a quien dirigir todas nuestras broncas y prejuicios racistas, que los medios nos ayudan a fomentar.

La Argentina se construyó como crisol de razas. Los pueblos originarios, quienes vinieron por distintas razones a nuestra tierra. Todos somos responsables de la construcción de un país que discuta las formas en base a la tolerancia, el respeto por las diferencias, la lucha contra el fanatismo y el dogmatismo. Un pueblo que se exprese y discuta en base al fundamento profundo de la razón y no al fundamento de la noticia proveniente de un medio de comunicación parcial. Sino, deberemos aprender a ser honestos y hacer silencio cuando nos sintamos ignorantes.

Diego M. Flores Burgos


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