miércoles, 12 de diciembre de 2012

La confrontación: Espíritu del Kirchnerismo


Nota publicada en Sintoma Social Revista Digital: www.sintomasocial.com.ar 

Notas y Entrevistas
Lunes, 10 de Diciembre de 2012 21:03

Por Diego Flores Burgos

Foto abrazo de Nestor y Cristina KirchnerEste 10 de diciembre de 2012 el kirchnerismo festeja el noveno año de gobierno, el quinto del de Cristina Fernández y el primero de su reelección.Personalmente, entiendo al kirchnerismo como proceso político superador del peronismo, con una orientación de izquierda nacional, tal como la propusieron los sectores de la Tendencia Peronista y las Fuerzas Especiales en los ‘70, aggiornado al contexto actual nacional e internacional y a la vía democrática, por lo que el gobierno de Cristina Fernández continúa con la lógica del gobierno de Néstor Kirchner: la confrontación.


La confrontación, poco comprendida por los sectores medios, comprendida y rechazada por las élites burguesas y conservadoras de nuestra Patria, es esencial para este modelo político que nos gobierna.

La confrontación es propia de los gobiernos que pretenden transformar las estructuras de la sociedad, de los gobiernos que pretenden una revolución, comprendiendo esta como un cambio cualitativo sobre las características que originalmente poseía una sociedad determinada, generalmente basadas en la exclusión social y la dominación de las clases altas (pero no meritocráticas) de la sociedad, que conformaban la estructura del Estado nacional y provincial en su provecho, aliadas a algún imperialismo (vgr. la red nacional de ferrocarriles o el reparto de las tierras durante la conquista del desierto).

Revolucionario fue el gobierno de Hipólito Yrigoyen, quien luchó junto con los radicales y su tío Alem durante más de 30 años contra los gobiernos conservadores y elitistas de la época, hasta llegar a ganar las elecciones gracias a la presión para la gestación de la Ley Sáenz Peña. La forma de dirigirse al pueblo también fue revolucionaria: Fue en base al carisma y a las reivindicaciones sociales: Nacía el populismo en la Argentina. No llegó a ganar la confrontación con la burocracia instalada durante años de gobiernos oligárquicos y el sector terrateniente vinculado al capital inglés.

El peronismo fue el más revolucionario de todos: Los cambios cuantitativos y cualitativos entre 1943 y 1955 lo demuestran. Pero para ello, al igual que con Yrigoyen, debió confrontar con el capital inglés, al que venció en la mesa de negociaciones para la adquisición de los ferrocarriles, por ejemplo. Confrontó con el sector terrateniente a favor del industrial, ya que en los países periféricos como el nuestro la intervención estatal es fundamental para industrialización, al carecer de una burguesía que se anime a (y pueda) industrializar. Revoluciónó las relaciones laborales entre el capital y el trabajador, revolucionó la relación entre nuestro país y el imperialismo (estadounidense), al sentar la tercera posición y ganar, debido a ello, el encono del embajador estadounidense Braden y luego expresamente el del gobierno de EEUU. Revolucionó la gestión de las políticas públicas a través de la planificación estatal por medio del primer y segundo plan quinquenal. Muchas de estas reformas revolucionarias permanecieron luego de la dictadura de la “Revolución Argentina”, aunque en otros aspectos se retrocedió. De todas maneras, el nivel confrontativo y revolucionario del primer y segundo gobierno peronista no se alcanzó en el tercero. De allí que el representante conservador Mariano Grondona reivindique el tercer gobierno peronista frente a los dos primeros, al decir que Perón era un líder que había “reflexionado y aprendido de la experiencia”.

El menemismo también fue revolucionario, pero a la inversa: fue restaurador de un sistema político y económico excluyente de las grandes mayorías y de un proyecto de país libre y soberano.

El kirchnerismo se presenta como un nuevo gobierno confrontativo: Confrontó con Duhalde, diferenciándose y sacando uno por uno los funcionarios vinculados al jeque bonaerense. Confrontó con el capital financiero transnacional, al renegociar los bonos de la deuda externa en un 70% a favor del pueblo Argentino, confrontó con el poder militar, al que subordinó bajando los cuadros de los infames traidores de la patria y a través de los discursos y hechos para con las FFAA; confrontó con el sistema financiero especulativo nacional al estatizar el negocio para unos pocos que representaban las AFJP; confrontó con la cúpula de la Iglesia Católica Argentina, al ser esta el baluarte ideológico que respalda un modelo político-filosófico –el del pesimismo antropológico, base de toda forma de poder oligárquica y autoritaria- y la última gran confrontación se da con los multimedios audiovisuales, que Raúl Alfonsín intentó regular y no pudo.

Por eso cuando se ataca al kirchnerismo por el grado de confrontación que genera, en realidad se ataca, sabiendo o sin saber, su espíritu original y se reconoce su poder ante los sectores restauradores. Con quién le falta confrontar al kirchnerismo? Cuando reacomode sus fuerzas luego de la batalla mediática-cultural con los multimedios, deberá seguir la confrontación con el modelo extractivista ilegítimo-legal (gran minería, grandes explotaciones pesqueras), deberá volver a confrontar con el sector terrateniente, que establece los precios de los alimentos y especula con las tierras improductivas (reforma agraria), deberá confrontar con el imperialismo que quiere mantener la división internacional del trabajo del siglo XIX y deberá confrontar también con los traidores internos, aquellos que engrosan sus arcas personales mediante la corrupción estatal en los tres niveles del Estado (nacional, provincial y municipal), aquellos que se olvidan que su responsabilidad es para el engrandecimiento del pueblo. No descarto otras confrontaciones, fruto del resultado de las confrontaciones previas.

Al contrario como plantean algunos sectores de izquierda, en la actualidad no hay un proyecto político, fuera del kirchnerismo, que garantice con éxito la confrontación con el status quo. La lógica del kirchernismo es confrontar. Cuando deje de hacerlo, dejará de ser kirchnerismo. Y si mantiene el status quo, no es revolucionario, es conservador.

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